Hace algunos años nos llegó un mensaje de una tierra cualquiera en la que los habitantes la escriben con mayúscula. ¡Qué absurdos son! Es como llamar a tu planta Planta o a tu animal Animal. Es una pena, son seres hermosos, pero poco dotados de inteligencia.
El mensaje lo envió un científico que vivía en uno de los polos terrestres rodeado de nieve y más nieve con la única compañía de Gato. Escribió una serie de comandos matemáticos y música rudimentarios. En resumidas cuentas decía:
-¿Hay alguien ahí? Soy un habitante de la Tierra. Reciben mi mensaje.
Por supuesto, me ofrecí voluntario para la misión. Alguien tiene que ser quien dé el primer paso y no era un viaje demasiado largo.
La Tierra es azul, pero cuanto más te acercas el azul se vuelve más turbio. Al bajar de la nave sentí nauseas, el aire estaba viciado, a pesar de que en los polos terrestres están poco poblados. No me quiero imaginar cómo sabe el aire de las zonas con más terráqueos.
Camino hacia la estación, me cuesta avanzar, mis botas son pesadas. Entro en el despacho. Imagino que es el mismo tipejo que envió el mensaje. Sigue proyectándose en modo bucle a lo ancho del universo:
–¿Hay alguien ahí? Soy un habitante de la Tierra. Reciben mi mensaje.
-Mensaje recibido -digo antes de morderle en la yugular y de alimentarme de su cuerpo.
aliciaadam.com
Un gran relato.
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Por Odín!!! Muy quisquilloso el extraterrestre, pero no ha dejado escapar la oportunidad 😮. Muy bueno, jamás te puedes imaginar lo que va a pasar al final.
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Muchas gracias, Olga. A saber. Como decían en Expediente X: «La verdad está ahí fuera».
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Un final que no esperaba. Quiz´´as, sea mejor que no reciban el mensaje.
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Desde luego, hubiera sido mejor.
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