RESEÑA DE CREMA DE CALABAZA

Título: Crema de calabaza

Autor: Joseph Tremico

Año de edición: 2022

Publicación independiente

N° de páginas: 327

SINOPSIS

«Crema de calabaza» es el primer volumen de la trilogía que Joseph Tremico está elaborando de novela negra y el tercero de los que ya tiene publicados.

La obra es un thriller duro y apasionante, compuesto de 27 capítulos y un epílogo, que nos lleva a conocer el caso más difícil y cruel de todos los que el experimentado inspector Ortega lleva ya a sus espaldas.

En este primer libro de la trilogía, un terrible crimen empuja al inspector Ramón Ortega a un sádico y cruento desafío plagado de pruebas y obstáculos, que el propio narrador asimilará con una partida de ajedrez con la muerte.

El descubrimiento de nuevos crímenes relacionados con el primero afectará a la perspectiva que el inspector tiene sobre la vida, el ser humano y las relaciones afectivas, provocando en él una evolución personal y la experimentación de diversos estados emocionales, que van desde una absoluta falta de fe en el ser humano a una etapa de esperanza e ilusión, pasando por la terrible prueba de la resiliencia.

El inspector Ramón Ortega es el espécimen genuino de la novela negra. Exagerado él en todo porque se lo puede permitir: un hombre grande, cuyos voluminosos músculos se convierten en un impedimento a la hora de la acción. Es vehemente como el que más, no está para cuentos de protocolo ni de opiniones políticamente correctas, pero no por ello deja de ser un caballero… con quien quiere. Llega al fondo de la cuestión con meticulaosidad, pero sin hacerle ascos al uso de la fuerza si fuera necesario.

Imagen de Carabo_Spain en Pixabay

Como consecuencia de un caso policial tan encarnizado, el entorno en el que se desarrolla es muy cerrado con contados personajes de primer nivel. En él actuarán, junto con el inspector, la doctora Muñoz, forense y algo más que compañera de aquel; la ayudante de la doctora, la callada y cuadriculada Remmi. Y Vanessa, con dos s, como se presenta ella a sí misma, una profesora de historia que asesorará a Ortega durante la investigación.

El subinspector Ramírez, el novato y la comisaria jefa cierran el elenco destinado a esclarecer un crimen que podría ser de una pauta ritual, por venganza o rivalidad entre clanes.

CÓMO ES EL LIBRO

Con «Crema de calabaza », Joseph Tremico ha tenido el gran acierto de utilizar un lenguaje directo y sencillo dando lugar a una narración rápida como se hacía con la novela negra en sus orígenes.

También, como buen thriller, aparecen técnicas de suspenso como la ralentización de escenas y «cliffhangers» o situaciones extremas al final de los capítulos, acaparando así la atención del lector y generando gran tensión.

Las descripciones que hace son de frases cortas, sin florituras, dando solo lo necesario para ubicar al lector. Estas son muy visuales y la pose del protagonista coincide mucho con las de las películas de cine negro de los años cincuenta recordando, sobre todo y mucho, al excesivo detective Sam Spade tan bien interpretado por el mítico Humphrey Bogart

El inicio de la novela es directo, casi borde, como anuncia el autor en el prólogo, algo muy apropiado para la novela negra. Además, ha sabido utilizar de manera magistral el tono en la narración, dando lugar a contrastes que pasan del humor al drama o, incluso, al terror, convirtiéndola en un cóctel extremo que dispara nuestras emociones.

También, desde el comienzo de la novela, ya en la escena del crimen, la actuación policial parece grotesca, con momentos escatológicos que se saltan todos los protocolos de lo que imaginamos que es una investigación. Es todo tan absurdo que hasta provoca hilaridad. Hay mucho sarcasmo, mucho humor negro  y lenguaje políticamente incorrecto.

Tremico sabe hacer crecer el suspense y la atención del lector con diálogos rápidos, pero que, a veces, se desarrollan por partes o que acaban sin llegar a una conclusión aumentando así la tensión y el interés por saber lo que pasa. Es el autor el que impone el ritmo.

Un ejemplo de esto es una conversación, que se produce en mitad de la investigación, en la que el novato es el contrapunto del inspector. Este aparece impaciente y directo; al joven, sin embargo, le gusta andarse con rodeos. El autor ha construido está conversación para controlar los tiempos. Gracias a ella, la información se dosifica y ralentiza generando más suspense y tensión a la investigación.

En relación a esto último, el autor elige muy bien los escenarios para expresar lo que quiere; de hecho, aparece una conversación en WhatsApp que es pura fantasía por los tiempos que se toma una de las partes en contestar los mensajes y porque cuenta mucho de los personajes.

Imagen de artsysolomon en Pixabay.

MOMENTOS A DESTACAR

«Todas las opiniones y comentarios del narrador son exclusivas del narrador y todo lo que ofenda al lector no se corresponde con las opiniones y comentarios del autor».

Esta es una buena advertencia que debería darse al inicio de muchos libros, sobre todo, en esta época de la corrección política.

«Una puerta, sobre el final de la sala, se abre de golpe. O, mejor dicho, se abre sin golpe pero con prisa, con tanta prisa y fuerza que de haberse cerrado en vez de abierto dejaría un portazo y cristales rotos como decoración del suelo de la comisaría».

Este es uno de los múltiples ejemplos en los que Tremico utiliza el sarcasmo y agudeza, además de juegos de palabras para amenizarnos su historia.

—¿Siempre ha sido sorda? Ella niega de manera enérgica con la cabeza.—Lo he perfeccionado con la edad.

Humor negro e inteligente que últimamente se echa tanto de menos en este género y que es una corriente de aire fresco de la que carece la literatura en la actualidad.

…y con los ojos brillantes, negros como cáscaras de mejillón.

Los símiles también siguen la tónica del humor absurdo o grotesco. No son abundantes, los sabe utilizar en su justa medida para no saturar, pero sin que la novela pierda el tono.

Cuando Vanessa sonríe, la iluminación del lugar crece varios grados. Nada que ver con las velas y el aceite prendido en cuencos hechos de vete tú a saber qué. Sus mofletes se tensan y se colorean hasta varios tonos en la escala de color, desde un beige claro en la parte inferior hasta un rojo intenso en la superior, donde el carrillo se eleva.

No se sabe si esto puede ser el comienzo de una tensión sexual no resuelta o no; pero se trate de esto o del inicio de una gran amistad, el autor lo revela sin perder el humor ácido de la novela.

Las palabras que no se dicen y los sentimientos escondidos acaban convertidos en un quiste. Lo sabe bien Ramón Ortega, inspector de policía con un pasado, uno en el que piensa ahora. Uno que le dibuja a su padre unos años atrás. Si hubiera tenido el valor de decirle que le quería. Porque sí, porque decir esas palabras es un acto de valentía suprema.

Y Joseph Tremico no solo varía el tono de la novela, sino que realiza reflexiones íntimas que son de agradecer en una historia que, como novela negra de raza, tiene su buena dosis de violencia y sangre.

Espera apoyado contra el marco de la puerta. La mujer que ama tiene la mirada perdida en sus propias manos y en la cascada de agua. A saber en qué estarán sus pensamientos.

Por supuesto, en este género no falta la chica guapa que ocupa la mente y corazón del protagonista. En casos como este, uno se pregunta si seremos testigos del nacimiento de un amor o del descubrimiento de algo que ya estaba ahí.

Ramón se agacha por instinto, precavido, con el arma dispuesta. Mira hacia el lugar desde donde proviene, pero no ve nada. Sin embargo, algo le dice que debe apresurarse. Es demasiado tiempo. Echa hacia atrás el pestillo grande de la verja, con cuidado, y la empuja lo suficiente para un cuerpo como el suyo.

Es una forma muy buena de generar tensión y mantener la atención del lector: hay algo apremiante como la vida de alguien, pero la acción debe desarrollarse con lentitud y calma.

El segundo disparo llega seguido de un grito al aire. Una proclama que habla de muerte y de muertos, de odio y de todo lo innombrable. No son sus gritos, no, él sigue en el más absoluto silencio. Ahora sí, una de sus rodillas toca tierra.

¿Cómo acabará la partida de ajedrez con la Muerte? ¿En tablas o será un jaque mate?

Imagen de davevs en Pixabay.

QUÉ ME HA PARECIDO EL LIBRO

Tremico hace demostración de que conoce muy bien los protocolos de actuación en una investigación y, también, captar la atención del lector por los momentos en los que se desconfía de todos los que participan en la trama. Además, el tono de la novela va cambiando a medida que se va desarrollando, demostrando así que sabe manejar las emociones del lector.

Esta aventura policial del inspector Ortega es, además, un terrible y cruel caso de asesinatos en masa con escenas truculentas que nos puede obligar a respirar hondo antes de continuar por lo salvaje de los hechos; por lo que sería muy difícil de digerir a palo seco si no fuera por el gran acierto del autor de incluir al narrador al que hace referencia en el prólogo.

Un narrador irreverente; toda una originalidad que habla en tiempo presente, que también utiliza la segunda persona para dirigirse al protagonista o a nosotros, los lectores; que parece querer intervenir hasta en los diálogos de los personajes. Un narrador  que se ha ganado el status de personaje de pleno derecho; es la voz que aporta el humor sarcástico a la historia y que tan necesaria se hace para superarla.

En cuanto al protagonista de esta sublime historia, Ramón Ortega, con su inseparable chaqueta de cuero marrón, desgastada,  también es el inspector perfecto para la novela negra de verdad, la original; un hombre de extremos, duro y vehemente, pasional, reflexivo. Quien carga con todo el peso de una novela de acción y que nos lleva a disfrutarla con sus excesos en su modo trabajar y de vivir. Alguien que se mete de lleno en una partida de ajedrez con la Muerte, consciente de cuáles pueden ser las consecuencias.

«Crema de calabaza» de Joseph Tremico se puede adquirir a través de Amazon y Amazon Unlimited.

Olga Lafuente.

17 Comentarios

  1. Maravillosa y detallada reseña literaria Olga, gracias por compartirla, hemos leído el libro de Crema de Calabaza, del brillante escritor Joseph Tremico y tu excelente labor de desgranar y detallar la sinopsis del libro es magistral y sublime. Un enorme abrazo,

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  2. Madre mía, Olga, que pedazo de reseña más bien hecha. He leído el libro y no hay nada que hayas dejado atrás, incluso ese narrador, que para mí, sin duda es el puntazo de la novela, mi personaje favorito. Una novela que merece mucho la pena, si señor.

    Le gusta a 4 personas

  3. Una reseña sublime Olga. Vas a tener que impartirme algún curso, porque lo tuyo es de otra dimensión. Voy de cabeza a por ella, muchas gracias por regalarnos esta reseña tan bien estructurada. Un abrazo y muchos besitos. 🙂

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  4. ¡Olga! Que cosas me dices, madre mía. Gracias cariño, pero siempre una aprendiz de todo, y de reseñas ni te cuento. Las hago muy personales, por eso necesito un curso exprés de tu mano. Tú si que eres ¡lo más! 😉

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  5. Es un libro que merece la pena leerlo. Yo lo terminé anoche.
    Por tu parte, con la reseñas que haces, enalteces cada libro. Sabes encontrar todo lo que los autores plasman en sus novelas.

    A mí personalmente, me ha encantado también el narrador que se convierte en un personaje más aportando su punto de vista. Como si fuera una conciencia que subraya los prejucicios que existen en el mundo de forma sarcástica.

    También me pareció relevante como el autor parece construir «el hombre que consideraría perfecto» con tres personajes masculinos: una que aporta la fuerza y la cabellorisidad con quien procede (Ramón Ortega), otro que aporta velocidad tanto física como de pensamiento (el novato) y el último que aporta la inteligencia, (Polo, el hacker). Quizás, para recalcar que la perfección no puede recaer solo sobre unos hombros.

    En cuanto a la trama del libro, con extrema facilidad entras en ella y te bebes página a página. Incluso después, sé que será uno de esos libros que se guardan dentro y no se cierran del todo aunque lo hayas terminado.

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    1. Para mí, el narrador ha sido una originalidad del autor con la que ha dado en el clavo porque viene fenomenal para este género. Si nos metemos en honduras, yo diría que echaba de menos este género negro «más puro». Antes, los autores no tenían miedo en ser exagerados y hasta rudos en su escritura porque su finalidad era entretener al lector; por eso salían unos personajes tan icónicos que superaban en fama al autor.

      Con el tiempo, el género negro se ha vuelto más elegante y sesudo, que es algo que también gusta porque aporta una trama más compleja, pero no veo, por ejemplo, a Pepe Carvalho o a Flanagan en este actual género negro, y el inspector Ortega tiene visos de convertirse en todo un personaje.

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      1. Tal cual. Creo que llevas razón y Ramón Ortega es un personaje emblemático como salido de otra época. Poco guiado por las apariencias y lo que debe ser correcto. Incluso poco cercano a la era digital, como ocurriría con uno de esos policías que mencionas. Lee la prensa impresa, pero no la digital. Eso hace que pierda datos relevantes para la investigación. Quizás, este aspecto sea también un guiño a la prensa de investigación como referente tanto en la vida real como en la novela negra (del tipo de la saga sueca Millennium) donde los protagonistas son preiodistas de investigación.

        Cierro con una cita de la página 272, donde el personaje muestra el orgullo que se mostraría en esas películas/series/novelas de otra época:

        «No está dispuesto a arrodillarse ante nadie. Si quiere disparar que lo haga.»

        En la actualidad cinematográfica o de novela, el personaje habría optado por otra respuesta. Alguna cómica supongo, como distracción para solventar esa situación y que tan acostumbrados estamos a ver o leer.

        También me ha parecido, que el autor, a pesar de usar una fórmula de «novela negra antigua» usa elementos modernos (hasta el infinito y más allá) y que consigue con eso hacernos ver que estamos en el presente, aunque nos parezca estar leyendo una novela negra del siglo pasado.

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      2. Sí, aunque es un perfil que, me temo, se irá perdiendo. Es muy difícil que, en un par de décadas, el protagonista de una novela negra pueda ser un analfabeto digital que se dedique exclusivamente al trabajo de campo. Es un tipo de personaje de los que ya van quedando pocos.

        Le gusta a 1 persona

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