Ella era hermosa, con una larga cabellera rubia y unos ojos color vida. Siempre adornaba su rostro con una sonrisa de perlas que me embelesaba. Me pasaba horas contemplándola…Pero no me atrevía a nada más. Sin embargo, un día, ella se sentó a mi lado en la barra del bar que ambas frecuentábamos.
«Dios, qué bien huele», pensé, con todos mis nervios a flor de piel, «ahora es mi oportunidad para hablarle, pero, ¿qué le digo?». De pronto, una moscarda pasó por su lado, revoloteando cerca de su oreja y, del susto que su zumbido le provocó, tiró el vaso con vino tinto en mi dirección. Rápidamente, me alejé, aunque no salvé mis botas de ante, bañadas con ese color de la sangre.
–¡Lo siento muchísimo!–exclamó la muchacha, mordiéndose el labio inferior.
–No te preocupes, de todas formas, odiaba esas botas–le contesté, con una sonrisa tranquilizadora.
–No, por favor, déjame compensarte de alguna manera. Por favor.
–No tienes por qué, de verdad.–Insisto.
Al ver que no iba a dar su brazo a torcer, una idea me cruzó la mente y otra sonrisa, distinta esta vez, se volvió a dibujar en mi rostro:
–Vente a mi casa, te invito a cenar.
Se instaló un silencio un tanto incómodo; silencio que empezó a hacer mella en mi confianza.
–De acuerdo. Por cierto, me llamo Alba, encantada.
–Isabel.
Salimos del bar en dirección a mi casa; el vino ya se había secado en mis botas, la cabellera rubia de Alba ondeaba en el viento, trayéndome su perfume. Cuando llegamos a mi casa, me acerqué más a ella para sentir su calor.
–Voy a cambiarme. Siéntate, pon la tele si quieres, estás en tu casa–le dije, sonriendo.
Cerré la puerta del zapatero a mis espaldas con rapidez y me dejé caer hasta el suelo, soltando todo el aire que había estado aguantando: no me podía creer que ella, ELLA, estuviera en mi casa y, menos aún, que estuviera en mi casa para cenar.
Sentía que mi cabeza y mi corazón iban a estallar. Y no sabía cuál iba a hacerlo primero. Mientras me tranquilizaba, aproveché para cambiarme todo el conjunto.
«Qué pena, esas botas realmente me gustaban, ya creo que no se van a poder salvar», pensé, mirándolas con hastío, aunque recordé que, gracias a ellas, mi vida había dado un giro de 360°. Feliz de nuevo, volví con Alba para decirle mi idea para la cena: tenía varias especias para improvisar un plato oriental, lo cual aceptó y, además, me ayudó a prepararlo. Pero qué linda que era.
–Ya lo termino yo. Siéntate en la mesa tranquila–le dije–. Y no hay peros.
Con un mohín, hizo lo que le pedí. Al rato, llevé dos platos de algo que acabábamos de inventar y una jarra con limonada.
–¡Que aproveche!–exclamamos al unísono.
Se llevó la primera cucharada a la boca, relamiéndose esos labios carnosos, y siguió comiendo sin decir palabra. Después de ya haberse comido medio plato, tomó un trago de limonada y siguió comiendo con tranquilidad.
–No me… Encuentro bien–dijo, mientras se llevaba una mano al pecho, a la garganta, a la cabeza…
–¿Qué me has… Hecho?–preguntó, al ver mi sonrisa macabra.
Alba se despertó en una camilla quirúrgica, atada de pies y manos, aunque eso de poco servía, pues no sentía su cuerpo en absoluto. Sentía que no pertenecía a él, que estaba encerrada en un cascarón.
–Siempre tan hermosa– se escuchó una voz masculina, femenina, gutural, cantarina.
–.¿Sabes qué? Te mentí: esas sí eran mis botas favoritas. Y ese vino… Nunca debiste derramar ese líquido sangre en mí. Pero por fin he conseguido lo que llevaba deseando tanto tiempo; al fin eres mía.
Una figura femenina vestida en tinieblas entró en el campo de visión de Alba, la cual se desgañitaba en su interior, al no poder encontrar su voz.
–¿Quieres gritar, mi niña? ¿Quieres huir? No podrás. No te dejaré. Te quedarás por siempre junto a mí.
Día 30
Un amasijo de huesos yacía en una camilla en una postura inhumana, contorsionada, con un brazo unido a la espalda. Unos ojos que otrora habían brillado con intensidad, habían perdido todo color. Esa larga y brillante cabellera del color del sol yacía lacia a un lado, opacada. Los labios se encontraban agrietados… No, rotos por completo. Unos grandes agujeros adornaban lo que sería su pecho, aún sanguinolentos, y un reguero de sangre bajaba hasta su pubis.
Ese amasijo de huesos ya no tenía vida. Pero aún respiraba.
Imagen: Canva
Biografía.
Oriunda de El Carpio, un pueblo de Córdoba (Andalucía). Desde pequeña mostró gran interés por todo lo que tuviera que ver con el arte y ya desde niña tuvo el sueño de ser escritora y cantante. Comenzó a participar en concursos de microrrelatos y poesía a los doce años, resultando ganadora en varios de ellos. Terminó la carrera de Traducción e Interpretación en 2021 y, en la actualidad, además de considerarse traductora y revisora, también se considera una artista.
Le han publicado en algunas antologías: Escritores al Alba de Diversidad Literaria y Una historia de verano de Legends Founders; además de publicarle en las revistas digitales Odisea Cultural y Agencia Cultural (Argentina) con el microrrelato El pintor y la belleza.
En 2022 escribió y editó su primer libro, Sintiéndome en palabras, un regalo para todas las personas que la siguen y le dan todo su apoyo -ahora está preparando la segunda edición para publicarla esta Navidad-, y, en marzo de ese mismo año, se estrenéó en Amazon como escritora independiente con la novela corta Una historia de febrero.
El pasado septiembre irrumpió en su primera feria literaria, en Perú, con tres de sus escritos. Además, también publicó con Almas en Ruta, la primera antología de su mano, de la cual es editora, y también apareció en el blog de Zarracatalla. Próximamente, estará en la antología poética de Zarracatalla y en la de Corta la boca 2022.
La puedes encontrar en las redes sociales: Instagram (@inmirega), YouTube (Inmi Regabou), Pinterest (Inmi_Rega), Ko-fi (Inmirega) y también en WordPress (inmirega.wordpress.com)
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Muchísimas gracias por esta oportunidad de darle espacio a mis letras y a que lleguen más lejos, gracias, gracias, gracias 🥰🥰🥰🥰
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¡Fantástico relato Inmi! 🙂 Me ha encantado, muchas gracias por regalarnos tu obra, además tan bien arropada de la mano de nuestra querida compañera Judith.
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Muchas gracias ☺️☺️☺️
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Es un relato muy bien elegido para el mes del terror. Un desenlace inesperado y tremendamente perturbador para los que nos gusta que nos asusten de verdad, algo muy difícil en la escritura. Realmente, tremendo.
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Yo también me asusté, muchísimo, el relato lo escribí a raíz de una pesadilla que tuve y menos mal que me desperté 😅😅 Muchas gracias por asustarte, jeje 😜
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Ou, logrado el objetivo: dar mucho miedito. Fantástico relato de terror, con un final impresionante.
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Mil graciaaas 🤩🤩🤩
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Un relato con un giro final que me ha sorprendido enormemente. Como pasa de lo que parece un relato de romántica contemporánea al terror.
Gracias por compartir este relato con nosotros.
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Me alegra leer estooo ☺️☺️🤩🤩🤩🤩
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