Otro cuento de lo 3 cerditos

Basándome en una fabula que leí en mi infancia, creé una historia. Los 3 cochinitos son lo último que recuerdo antes de perder la inocencia.

Explico pues en breve, la historia del joven que quedó perdidamente enamorado de las caricias y los besos tiernos de una niña de preparatoria. He de decir que, eran de la misma edad en ese entonces. Una pareja adorable, los recuerdo bien.
Con seguridad les digo que fue planeado para que se gancharan. Digamos que puse a trabajar a cupido.

Haciendo de lado los hermosos meses que pasaron juntos, paso a la parte que quieren saber. La hija del granjero, ardió en fuego, sobreuna pila de paja seca, las quemaduras la mataron rápido, sin embargo quedó la mayor parte de su carne, aun roja y fresca.

Devastado y en depresión, el muchacho encontró la paz en la religión católica. Buen chaval, no faltaba a las misas ni un solo domingo. Con el pasar de los años, recuperó el ánimo. Y fue entonces que intervine por segunda ocasión.

Aproveché que la hija del carpintero compartía el mismo afán religioso del muchacho. Y con unas palabras sutiles por aquí y otras por allá, los enganché en una apasionada relación.

Una chica en sus veintes experta en el sexo; lo sé de buena fuente, como la mayoría de las jovenes normales de esa época, no la juzgo. Su vida para mí, solo significaba un daño colateral, ella no tenía que morir, pudo ser la hija cualquier otro carpintero. Tan solo diré que fue su destino, al final el que tenía que sufrir era el muchacho.
La até a una viga de madera, y la quemé en una hoguera como lo hacían con las mal llamadas brujas de la Europa antigua. Esa vez solo quedaron los huesos a punto de cenizas.

Con es segunda novia muerta en fuego, derribé la segunda casa, la de madera. Y como lo tenía en mi cabeza, doblegué la fe que el muchacho tenía en Cristo.

Los años pasaron, y creció. Tuvo algunas parejas, pero nada serio, nada que me sirviera para mi cuento. Yo lo quería emparejar con la hija de algún albañil, de tantos que conozco, ninguno me cumplia con los estándares. Me tardé tanto en encontrar alguien y el muy imbecil se fue a enamorar de su psicóloga.
No lo culpo, era bella e intelectual. Además, después de alejarse de la vida espiritual se acercó a la psicología, tanto le fascinó que, se metió a la universidad para estudiar la profesión.

Le tomó años suoerar el trauma que con trabajo le cause. El mismo tiempo que yo me mordía las uñas, los años me envejecian a pasos agigantados y la ansiedad dolía en mi existencia. Deseaba con fuerza poder arrancarle la vida a su tercer amor, ella iba tener que ser aunque yo no la escogiera. Quería sofocarla y hervirla. Matarla como sea. Al fin y al cabo quien tenía que llorar sangre y sufir, era el hijo de mi hermana, la menor.

A los ojos de mi padre, su nieto preferido. El mayor de sus nietos, el heredero, el hombrecito que se lleva todos los privilegios, cariños y abrazos que jamás me dio a mí. Al mismo hombre, ahora canoso y artritico se le rompe el corazón al ver sufrir a su nieto, su tocayo.
Un monstruo que no esperó a que llegara mi primer periodo para encamarme con sus amigos de parranda. «Porque era una niña fea y jamás me iba casar» «Porque nací con un par de lunares gigantes en la cara que le daban mala suerte» «Porque mis piernas estaban atrofiadas de nacimiento y no podría caminar bien jamás, sería una carga eterna para él.»
Se burlaba de mí porque, a pesar de tantas violaciones no pude quedar embarazada nunca. Porque mi nariz estaba tan respingada y rosada que me hacía ver como una cochina. La que no se mereció nunca, una sonrisa de padre.

Cuándo con mi esfuerzo y mis propios meritos me gradué de ingeniería civil y, cuando pagué mis cirujias dijo que, debí de haber muerto en mi cuna. El silencio y el odio eran nuestro único vínculo hasta que nació ese niño, del que no mencionaré jamás su nombre.

A pesar de mi éxito, sentía el pesar de no poder destruirlo.
La vida me regaló una sonrisa, no la última pero una que añoraba, con el anuncio de la boda de mi sobrino. Después de cada boda, las familias crecen y tienen que construir una bonita casa.
Una que iba patrocinar la tía solterona, la que tiene éxito y dinero, la que superó una enfermedad, la que es rica, la ingeniera civil.

La esposa de mi sobrino, murió embarazada. Cuándo una pila de ladrillos le cayó encima, una mañana que la invité a ver los avances de la construcción de su casa. No hay mucho que decir de eso. En la fabula, el lobo sopla las primeras dos y con la tercera no puede. Pues yo, una loba, quemé las primeras y la última la aplaste.

No deje pasar la oportunidad. Después de mucho tiempo fui a visitar al viejo. Solo para darle la noticia en cuánto abrió la puerta. Primero, me dijo que me fuera, luego se negó a creerme, y en eso estaba cuándo recibió al celular, la llamada de mi hermana. Vi como la embolia lo atacó y lo sentenció a estar en una silla de ruedas por el resto de sus, espero, muchos años. Mientras se quejaba y gemia en el suelo, le confesé todo esto.

El dolor y el sufrimiento del maldito viejo me reconfortan ahora. Soy libre a mas no poder, dentro de esta prisión. Soy la loba del cuento. Fuí una bestia solitaria, pero ahora soy parte de una jauría, junto a otras lobas de otros cuentos similares. A pesar de las paredes, me siento liberada, ahora que la carga y el sufrimiento cae en el maldito viejo.





2 Comentarios

  1. ¡Que bárbaro Gibran HD!, nunca dejas de sorprenderme. Esta fábula retorcida, pero, con un mensaje profundo, me ha encantado. Muchas gracias por compartir, es una delicia leerte. Un abrazo enorme y muchos besitos.

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