Que yo era y no era nada (Poesía, Jorge Muñoz Bandera)

Si estuviera vacío de aquellos bosques sonoros

si tuviera en mi mano la corriente arañada de las aguas

y estuviera en mis profundos océanos dormidos

para caminar inerte en las montañas saladas

y encontrar mis rotos fragmentados en la escarcha.

Quizá regresaría envuelto en la bruma de la tarde

para arrastrar los desencantos existentes de la marcha

y arrojarte o lanzarme desde mí hasta mi alma,

desde mi yo agotado hasta las roturas encendidas de la calma.

Quizá, solo quizá, nacería de nuevo, brillante en el cielo

un nuevo lucero vibrante de vida estallada, en las nubes

recientes de mis sueños, donde encuentre volando,

las ramas de mis alas argentadas, que, aunque rotas,

alcancen el nuevo ser que yo era, y regresen las rosas

esparcidas del mundo ya dormidas, a mis ojos enmudecidos,

a mis manos doloridas, pero perfumadas de nuevo con

la esperanza del romero, a caladas lunas de la brisa,

a los cantos rociados de agua mansa, que llena los senderos

que abre la tierra para mojarla, para crecer desde la dulzura

ignorante de la mañana.

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