– Hola Muerte.
– Hola Ana.
– Al fin nos conocemos.
– Creo que ya nos habíamos visto varias veces.
– Sí.
– Aunque entonces me llamabas tú.
– ¿Y ahora vienes sin que te llame?
– Ahora me llamaron otros para llevarte.
– Es justo.
– Es como debe ser.
– Pensaba que dolería.
– Dolerá.
– Pues no lo siento todavía.
– No te dolerá a ti.
Muchas gracias por el magnífico aporte.
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Un diálogo con un final completamente inesperado.
Es cierto que las despedidas duelen más al que se queda que al que se marcha.
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Completamente cierto, a veces las despedidas duelen más para quienes se quedan.
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Magnífico aporte.
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