
De la nada, así como cuando empieza una película, se formó un gran remolino que se alzaba y desplazaba girando vertiginoso, cruzando patios y caminos. Era verano y el calor era el tema de conversación entre los habitantes del pueblo aquellos días, hasta que éste inesperado fenómeno acaparó la atención de todos.
En el cono invertido del remolino de larga cola, iban flotando y sostenidos por la fuerza centrífuga, objetos y animales de todo tipo. Se veía en lo alto una lavadora, que luego Lucrecia reclamaría como suya. También giraban en el torbellino un cochino y tras gallinas, los que Timoteo ya daba por perdidos, así como una bicicleta por la que lloraba un niño que la vio arrastrada y luego tragada por el fenómeno natural. Fue un hecho inusitado que jamás se había visto por aquel lugar y sería siempre recordado en los cuentos que por tradición oral fueron pasando de generación en generación.
Cuando la furia del remolino se aplacó y perdió toda su fuerza, comenzó el otro espectáculo: la lluvia de cosas y animales que caían en cualquier lugar. Todos corrían buscando refugiarse para evitar ser atropellados o aplastados por los objetos más grandes, pero también estaban atentos adonde caía cada cosa, para poder ir luego a reclamar su propiedad.
Solo algo no aparecía: la abuela de Martina, a la que nadie vio durante el evento hasta que se dieron cuenta que había desaparecido del lugar donde la habían dejado rezando, en su cuarto. Solo pensaron lo peor al constatar que el techo de zinc de la casa se había volado en la ventisca. Cuando todo estuvo en calma, una comisión de hombres empezó la búsqueda. Recorrieron toda la comarca, revisaron en todos los matorrales y en el terreno donde quemaban la basura, pero no hallaron rastro de ella.
Dieron por desaparecida y muerta a la doña y se hicieron novenarios y misas por el descanso de su alma, que duraron un mes completo. Justo el último día de rezos llegó un pariente lejano de Martina con una noticia. Quería devolver a la abuela. El hombre explicó que un mes atrás, apareció en su casa de modo misterioso la viejita. La encontraron algo desconcertada en el patio trasero de su rancho, con el cabello alborotado y la ropa sucia, con leves rasguños. Decían los niños que la habían visto caer estrepitosamente del cielo.
Ya recuperada la señora, y para borrar los malos recuerdos, hicieron una gran fiesta en el pueblo, que al pasar el tiempo se convirtió en una feria patronal para celebrar cada año en la misma fecha, en recuerdo del famoso remolino y la aparición milagrosa de la abuela.
Autor: Adalberto Nieves de su libro: «Relatos de un soñador».
Imagen: Pixabay
Biografía:

Adalberto Nieves es un escritor venezolano que descubrió el placer de escribir ya retirado de toda actividad laboral profesional en otros campos.Imagen
Libros publicados: “Relatos de un soñador” (Amazon, diciembre 2020), “Mis primeros treinta” (Amazon, diciembre 2020), “Mime” (Amazon 2021).
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Podcast: Los Relatos de Adal (Achor)
Maravilloso relato de Adal.
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Gracias por dejarme ser parte de la tripulación de este maravilloso Submarino.
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