Luego de que su novio le pusiera una orden de restricción por acoso, colapsó en una
depresión. Acudió a un psicólogo de renombre, famoso por avanzar la terapia con hipnosis.
— Ahora, Elsa, quiero que te imagines aferrada a todo lo que te hace daño. No temas. No te pasará nada malo. Yo te cuido. Dime a qué te agarras.
— Dolor. Deseos suicidas. Incomprensión. Anhelos de que Julián vuelva a amarme, sin decirme que lo controlo todo el tiempo, que soy insegura…
—¿Cómo te sientes tomada a ese paquete?
—Triste. Deprimida. Es demasiado pesado para mí.
—No mencionaste tus errores. ¿No te equivocaste en nada?
— ¿Es error amar tanto a alguien que quieres ser parte de toda su vida? ¿Es anormal sentir celos, y hacer lo necesario para despejar sospechas? ¿Está mal alejarlo de malas influencias, como sus amigos, y su familia, que no me quiere?
—Invierte la situación. Imagina que tú fueras la controlada constantemente, sospechada de cosas que no hiciste, obligada a alejarte de tus afectos. ¿Cómo lo verías?
—Nunca le di motivos para que me tenga que seguir…
—¿Qué motivos te dio él? Reales, no presunciones.
Los ojos de Elsa, turbios por la hipnosis, comenzaron a manar lágrimas.
— ¡Me he equivocado tanto! Es que tengo terror a quedarme sola, al abandono…El paquete al que me agarro es más pesado. Muy incómodo, por las cosas que he hecho mal…
—Bueno. Ahora es muy simple el paso a seguir: suelta el paquete. Déjate caer. Debes desprenderte de tanta inseguridad y dolor.
— ¡Tengo miedo!
—¿Prefieres seguir aferrando una carga que está aplastando tu vida, incluidas tus ideas suicidas?
Elsa titubeó, respiró hondo, y se soltó del enorme bulto que sostenía, descubriendo aterrada que caía al vacío.
— ¡Socorro licenciado! ¡Frene mi caída, por favor!
—No te va a pasar nada. Te lo prometo. Esto es un ejercicio de confianza. ¿Puedes confiar en que no te harás daño?
— ¡Estoy asustada! ¡No puedo ver el fondo del lugar al que caigo!
—Recuerda: se trata de confianza. No confiaste en Julián, y lo alejaste. Y no hablo de confianza ciega. Yo te aseguro, como profesional, que nada malo te ocurrirá. Si no me crees, puedo frenar ya tu caída. Pero significará volver a cargar con el peso que te agobia. Decídelo. ´´Para que funcione, controla tu temor. Es normal tener miedo e inseguridad. Lo que no es normal es que ellos te manejen a ti. ¿Seguimos o paramos?
—Sigamos —dijo Elsa, titubeante.
—Dime qué ves durante tu caída.
—Aunque todo está oscuro, puedo ver a mi madre, diciéndome que soy un calco de papá, que nadie me querrá.
«Me veo adolescente, con sobrepeso, gafas gruesas, granos, y escucho la burla de mis compañeros de colegio».
«Ahora caigo más rápido. Veo que, aunque logré ponerme bonita, dentro mío soy la chica fea, rechazada…»
—¿Puedes, Elsa, perdonar el daño que te hicieron, y perdonarte a ti misma?
Las lágrimas ahora se acompañaban de sollozos.
— ¡Solo quería ser amada! ¡Que me aceptaran! No pasar por todos lados dejando gente burlándose a mis espaldas.
— Intenta perdonarlos, Elsa. Mentalízate. Mira a cada uno, y dales tu perdón. Ellos también forman parte de tu carga.
— ¡Los perdono! — gritó Elsa, desgarrada.—¡Ahora se acelera la caída!
— Falta poco. Te queda lo último antes de aterrizar: perdonarte a ti misma por el daño que te has hecho. A tu persona, y a los demás.
Elsa se vio en un espejo luminoso, en medio de la oscuridad, y repasó todas sus malas acciones. Mientras las iba admitiendo, y disculpándose, la imagen de la niña gordinflona y triste pasó a la de la hermosa mujer que era, con sus virtudes y defectos.
Sintió que sus pies tocaban el suelo mansamente, y se encontró nuevamente en el consultorio.
— Me siento mucho mejor, licenciado. ¿Estoy curada? ¿Puedo buscar a Julián y explicarle todo lo que me pasó, y porqué obré mal con él?
—No. No estás curada. Esto es un proceso. Hoy hicimos un primer ejercicio de confianza. Es un primer paso.
´´Tu autoestima está dañada. Sientes miedo de los que más amas».
—Pero ahora entiendo que fui una acosadora, y la causa…
—Si amas de verdad a Julián debes respetar su espacio. Si te contactas ahora con él, no solo irás presa literalmente, sino que seguirás presa también de tus esquemas negativos de conducta.
´´El amor es libertad. Es confianza. Respeto. Compañerismo. Generosidad».
— ¿Voy a ser alguna vez libre de verdad? ¿Podré creer?
—El primer paso está dado. Porque amar es animarse a una caída libre. Embarcarse en un viaje que no sabemos cómo terminará, poniendo la fe suficiente para hacerlo con optimismo.
´´Te animaste a arrojarte al vacío, confiando en mis palabras.
´´Tu cura ha comenzado.
Autora: @mimimarmor
Al contrario que la protagonista, yo he subido en picado leyendo tu magnífico relato.
👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽
Me gustaMe gusta
Excelente relato. Amar es confiar.
Me gustaMe gusta