En el club de lectura de Sinopsis Compartida empezamos el año con «Aquitania», #PremioPlaneta2020. Una novela de ficción y suspense, por lo que iniciamos un hilo contando qué es la ficción histórica.
Al suspense ya le dedicamos otro en esta misma web: https://submarinodehojalata.com/2020/05/07/literatura-de-suspense/
La ficción histórica es un subgénero que recurre a un momento del pasado para crear una trama. En la historia hay elementos reales y ficticios; esto es, el protagonista puede ser real y reconocible o no. Y lo mismo ocurre con un suceso o lugar que se narre.
Este ha sido un recurso utilizado desde siempre, y dentro de este subgénero se sitúan obras como «La Ilíada» o «La Odisea» de Homero, aunque, en mi humilde opinión, estos poemas épicos tienen demasiados elementos fantásticos como para considerarse ficción histórica.
Y es que en la ficción histórica, aunque se permiten muchas licencias, las historias no deben contener ingredientes imposibles y o irreales que las conviertan en increíbles.
Por ello, nunca deben incluir muertos vivientes, hombres de piedra o dragones, ¿os suena?
Por esta misma razón, tampoco es posible modificar hechos históricos comprobados. En este supuesto, ya estaríamos dentro de otro género literario que es el de la ucronía o novela histórica alternativa (utopías, distopías).
De hecho, la trama, aunque sea ficción, está enmarcada por acontecimientos pasados reales para lo que se requiere un gran trabajo de documentación. La ficción no debe superar a la Historia, pero el narrador puede utilizarla como una forma de crítica por situaciones del presente.
Como se ha dicho, la ficción histórica tiene precedentes muy antiguos, pero en el siglo XVII surgió una novela pseudohistórica cuyo fin era dar un ejemplo moralizante a través de héroes considerados modelos extraordinarios de virtud, pero poco creíbles.

Fue en el siglo XIX cuando se confirmó la novela histórica como género literario. Walter Scott la propagó por toda Europa con sus novelas sobre la Edad Media inglesa y el Romanticismo de la época la adoptó como forma de expresión de sus característicos nacionalismo y nostalgia.
También el romanticismo se apropió de este género a mediados del siglo XIX, aunque a su manera: se retrotraía a un pasado cercano para explicar el presente. Charles Dickens fue uno de sus principales exponentes con «Historia de dos ciudades».
La novela histórica tuvo siempre una gran aceptación, y en el siglo XX aumentó el uso de este género por parte de importantes autores que escribieron obras que pasaron al cine y la televisión. De ahí, «Yo, Claudio» de Robert Graves o «El nombre de la rosa» de Umberto Eco.
Es tal la variedad dentro de la novela histórica que existen varios subgéneros.
«Yo, Claudio» corresponde a la biografía ficticia. En este subgénero se narran acontecimientos biográficos ficticios del personaje. Otro ejemplo es «Memorias de Adriano» de Marguerite Yourcenar.
«El nombre de la rosa» pertenece, sin embargo, al misterio histórico. Aquí se mezclan la novela histórica y la criminal. La trama se sitúa en un pasado distante y gira en torno a la resolución de un crimen.
Es uno de los subgéneros que más éxito tienen en la literatura.
También hay un tipo de novela histórica que, no solo gusta mucho dentro de la literatura, sino que además es un éxito rotundo cuando se adapta a la televisión: la saga familiar histórica. En ella, los personajes pueden ser ficticios, pero giran en torno a acontecimientos reales.
La novela gráfica histórica o cómic histórico es un subgénero que ha ido adquiriendo identidad propia gracias a la aceptación que tiene desde el siglo XX. Son muchas las series históricas gráficas que destacan por el realismo de sus ilustraciones como «300».
En definitiva, la novela histórica es un género de éxito en constante evolución y en consonancia con los tiempos que corren. De ahí que las últimas obras concedan mayor protagonismo a las mujeres y obvien la hegemonía de la raza blanca sin perder su esencia.

Olga Lafuente.
Un libro con una gran trama que te atrapa desde el principio.
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