Pues ya está, se acabó noviembre: el mes del gran reto para quien le gusta la escritura, el mes del NaNoWriMo.
Escribir una novela de 50.000 palabras en un mes. Una prueba de fuego, una locura o unas Olimpiadas de las letras. Treinta días ante un teclado escribiendo e hilando frases para crear tramas y formar una gran historia.
Algunos miembros de Submarino de Hojalata nos hemos adentrado por primera vez en esta aventura y puedo decir con orgullo: «Misión cumplida». Tres colaboradores de la revista nos lanzamos a esta experiencia que propuso Alicia Adam y estamos aquí para contarla.
Alguno o alguna, tal vez, tuviera proyectado llegar a la meta y conseguir su novela; otros, sin embargo, pensaron que no pasarían más allá de una semana o que, si alguien lograba llegar al día 30 sin quebrarse por el camino, lo más seguro es que no alcanzara la cima de las 50.000 palabras.
Son tres experiencias que partieron de la misma base y que se han ido desarrollando de maneras distintas, con situaciones que nos animaban a seguir, instantes en los que sentíamos desfallecer y sucesos en los que se llegaba a pensar «hasta aquí llegó».
Pero siempre, en todos esos momentos, desde el comienzo y hasta el final hubo un maravilloso equipo que nos alentaba todos los días, que soportaba con paciencia infinita nuestro desánimo, que escuchaba nuestras anécdotas o leía extractos de lo escrito durante el día. Cuando llegaba la noche, en el momento de contar las palabras, ahí estaban dándonos su apoyo y consejos.
Esto es una introducción de tres historias que cuentan cómo hemos vivido el NanoWrimo, pero sobre todo, es el agradecimiento al grupo que conforma este Submarino de Hojalata por las palabras de ánimo y su comprensión porque como todo el mundo sabe, quien tiene un amigo tiene un tesoro y, con este reto, no solo hemos visto de lo que somos capaces, sino que hemos descubierto uno de más valiosos tesoros. Muchas gracias al equipo de Submarino de Hojalata.
Solo queda decir: ¡A por el próximo reto!
LA AVENTURA DE @ikormar

Quién me lo iba a decir a mí.
¿50000 palabras en un mes? Para nada. No tengo tiempo. No tengo ganas. No tengo inspiración. No tengo nada que contar.
Ya lo dijo Pablo Picasso: «La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando». Y sin muchas pretensiones, eso me llevó a embarcarme en esta aventura llamada NaNoWriMo, eso y el inmenso apoyo que uno encuentra en sus amigos y compañeros de Submarino de Hojalata.
¿50000 palabras en un mes? Eso hace una media de algo más de 1600 palabras al día. Me sentí desbordado y preguntándome; «¿Pero dónde te has metido chavalín? Tú no eres escritor». Pero durante esos días, no es que me lo creyese, pero sí cogí algo de lo que se denomina «oficio». Unas horas determinadas en un periodo del día, en mi caso por las noches, para escribir y que la escritura fluyera, tuviese o no un plan trazado para plasmar.
A veces daban ganas de marcarlo todo y pulsar la tecla de borrado y decir: «¡Se acabó!». Pero en aquellos momentos es cuando sentía el apoyo de las compañeras que se embarcaron en esta aventura, amigas con las que comentaba el día a día. Un apoyo imprescindible en este trayecto.
La verdad sea dicha, parafraseando el himno del Liverpool: You’ll never walk alone. Nunca caminé solo y eso, como en casi todos los aspectos de la vida, fue imprescindible para llegar al objetivo marcado. Las 50000 palabras y una historia a medio construir, la cual va creciendo y tomando forma a través de notas, apuntes aquí y allá.
A nivel personal, no creí que superara la segunda semana del reto, pero poco a poco, palabra a palabra, incluso sueño a sueño, llegué al final.
Pero este no es un trabajo de una persona sola, no. Es un trabajo en equipo. Es una travesía en las aguas de las letras, guiado por la mejor tripulación con la que se puede contar.
GRACIAS A TODO LOS COMPONENTES DE SUBMARINO DE HOJALATA.
Muchas gracias a mis compañeras @AliciaAdam y @Olga_LaFuente.

LA AVENTURA DE ALICIA ADAM

Encontré el reto de NaNoWriMo hace dos o tres años mientras visitaba blogs que sigo. Desde entonces, he buscado información sobre personas que lo han hecho y me quedaba con el gusanillo de participar. «El año que viene lo hago», me repetía. Y pasaba otro año sin hacerlo porque andaba en cualquier otro proyecto de escritura.
Durante el transcurso varios miembros de mi familia participaron en carreras como el 101 y La desértica. Fue así cómo hice la siguiente comparativa «el NaNoWriMo es como un 101 literario». Prácticamente, paso todo el tiempo potenciando la cabeza, leyendo, escribiendo, diseñando, maquetando… Como si fuera un entrenamiento. Tenía que hacerlo.
Sabía que podría cumplir el número de palabras requeridas al día 1667 para llegar a las 50 000, porque ya escribí un “gordito” (un libro) a esa velocidad de escritura. Pero también sabía que no todos los días podría escribir, no tendría tiempo suficiente para hacerlo o tendría la cabeza embotada de la escuela y los miles de reuniones del lunes. El consejo de María José Vicente lo seguí a rajatabla y adelanté palabras durante los fines de semana y las tardes de las que disponía de más tiempo. En total, escribí las 50 000 en veintitrés jornadas de escritura y terminé el día 29. El día 30 no era factible para mí escribir porque era un lunes.
Lo cierto es que di por hecho en todo momento que cumpliría el reto, por lo que le sumé uno personal: terminar por completo el primer borrador de la novela de suspense El padre Tomás.
El día 28 tenía terminada la novela, pero me faltaban en torno a dos mil palabras para llegar a las 50 000 que se piden, por lo que tuve que releer desde el principio el borrador e ir añadiendo fragmentos que tuvieran sentido en la historia. Ahí sí me puse un poco nerviosa, porque iba con el tiempo demasiado justo.
Como es un libro que no tengo intención de presentar a concurso pedí ayuda a Mercedes y María José Vicente sobre diversos aspectos: personalidad del padre Tomás, infancia de Gloria, qué es una dirección espiritual, en qué fecha encuadrar la novela (según María José, para no complicarme mucho, durante la Cuaresma). Este último aspecto, al final me mató. Cuando tenía montada la tabla encontré por internet Camino de la Cuaresma, de Patricia y Nacho. Como era de esperar, ajusté la trama a este calendario sobre qué se debe reflexionar cada día. Quedó mejor, pero me vi obligada a revisarlo todo.

Mi decálogo para el NaNoWriMo:
- Ver los videos que envían desde la plataforma si te inscribes. Son gratuitos y ayudan a organizar el trabajo y a clarificar las partes de la estructura narrativa.
- Descargarte las plantillas de trabajo. Vienen como enlace al final de los videos y también son gratuitas. En mi caso no las usé, porque yo ya cuento con mi propio método de escritura. Yo realicé pliegos sobre fechas y capítulos, personajes que intervienen en el capítulo y descripción del capítulo. Es una forma como otra cualquiera de “no perder a los secundarios” en la trama. Y ayuda mucho, porque es prácticamente pasar a limpio las ideas que ya sabes deben estar recogidas en el capítulo.
- Hacer algo de ejercicio. En las dos últimas semanas del Nano, aumenté considerablemente el número de kilómetros qua hacía al día para liberar tensión. Pensaba en elementos de la trama o en nada. Creo que es fundamental porque es un reto bastante estresante al que hay que sumarle: trabajo, familia, casa… Habrá días que te subirás por las paredes.
- Jugar con ventaja. Da mucha tranquilidad mental llevar más palabras de las requeridas para ese día. Revisar tus propias gráficas y los logros que vas haciendo. Por ejemplo, con las insignias que te concede la plataforma (cinco mil palabras, diez mil palabras) o que tú misma puedes ponerte. En mi caso, necesitaba adelantar días enteros para compensar los días que no iba a poder escribir.
- Hacer el reto con amigos. Según lo que he leído y por mi propia experiencia es mejor. Iván y Olga, otros dos componentes de Submarino de Hojalata también realizaron el reto. Y cada final de jornada nos enviábamos capturas de las palabras que llevábamos o algunos fragmentos que habíamos escrito. Motiva bastante.
- Grupo de apoyo de familiares y amigos. Avisa a todo el mundo que estás haciendo ese reto. Es cierto que reducirán contigo las interacciones “que pueden esperar” y que son distracciones. Además, te ayudarán con sus ánimos a seguir escribiendo cuando estés a punto de tirar la toalla o cansada.
- Es un reto de cantidad no de calidad. Es muy importante. Yo empecé los primeros días queriendo seguir mi sistema de escritura: escribir a mano, pasar al ordenador, imprimir y revisar. No tardé mucho en comprender que no me daría tiempo. Es mejor escribir directamente en el ordenador y tener presente que es un borrador, no un manuscrito que vas a enviar a una editorial o un concurso. Luego tocará fase de revisión.
- De entrada, escribe lo que te has marcado. Es mejor no andar con inventos. Escribe lo que has puesto para ese capítulo y ya está. Esto te dará seguridad. Es cierto que mientras escribe la novela y los personajes van tomando forma y te verás obligada a modificar elementos, eliminar capítulos o añadir. Pero debe ser excepciones, no una norma. Lo que modifiques, lo pasas a la tabla y revisa bien donde puede “salpicar” ese cambio. A veces, añadir o eliminar un elemento cambia bastante partes de la historia y puedes cometer fallos gordos.
- Calcula el número de palabras por capítulo. En función de los capítulos que tengas marcado para el final de la novela. 50 capítulos, serían mil palabras en cada uno. Esto te dará orden.
- ¿Y ahora qué? Después del Nano, llega la hora de ponerte a revisar todo todo hasta la saciedad y eliminar y completar el borrador para darle forma. Pasarlo a lectores betas, correctora y concurso literario o auto publicación. En mi caso, guardo el manuscrito para el verano para centrarme en Submarino de Hojalata y Cometas de papel, en el colegio, en cursos de formación… Siempre hay algo más, un paso más.
Por último, no sé si volvería a participar en el Nano. No se ajusta a mi forma de escribir. Me estresa escribir sin revisar.
Este año era para mí clave hacerlo por la cantidad inmensa de trabajo y tareas que siempre tengo pendiente. Pensé que si no lo hacía abandonaría mis propios proyectos personales de escritura “en gordo” (novelas).
Alicia Adam.

LA AVENTURA DE OLGA LAFUENTE

La palabra que a mí me define a la hora de escribir es «procrastinación». Vamos, que en el diccionario sale mi foto unida a esa palabra. Muchos dirán que eso les pasa a muchos, y es verdad. Yo siempre dejo las cosas para el año que viene. Con este NanoWrimo hice lo mismo; hace tiempo que tengo una idea en la cabeza, pero siempre la dejaba para cuando supiera escribir bien.
Cuando este año, Alicia Adam propuso lo de participar en el gran reto, yo contesté algo parecido como «Vale. Lo estoy pensando», pero en mi cabeza se repetía la frase de siempre «Para el año que viene». El caso es que me vi de pronto en una vorágine de mensajes de grupo en la que se daba por hecho que yo participaba ya.
Bendita vorágine. Me encontré con los preparativos del reto en los que aprendí a un ritmo vertiginoso cómo planificar una novela y, en unos días, ya estaba en la línea de salida con la idea fija de que solo iba a durar una semana.
Pero la semana transcurrió y yo seguía escribiendo mi cupo de palabras diarias. A veces me costaba y solo contaba lo que me faltaba para terminar; pero pasada esa primera semana, sentí la necesidad de seguir escribiendo a diario. La escritura era cada vez más fácil y más rápida, y a medida que veía los progresos, se iba convirtiendo en una adicción.

Sin embargo, no todo va como la seda y, aparte de que todos los días no son iguales y que surgen imprevistos que te impiden seguir la rutina, también ocurren sucesos que se convierten en una verdadera hecatombe.
Mi caída a los infiernos fue el día 15, justo en el ecuador del reto cuando encendí el ordenador y me encontré que, por no sé qué suceso paranormal, todo lo que había grabado los últimos tres días se había perdido. Pero no solo en el portátil; el archivo estaba guardado en cuatro ubicaciones diferentes y tres de ellas eran en la nube. Pues ahí también se habían perdido. Total: 5.000 palabras desvanecidas.
Tenía que recuperarlas y, después seguir el ritmo habitual, y mi reacción fue entrar en el grupo de amigos del alma, que estaban ahí para animar a los duelistas y decir «Chic@s, se jodió (con perdón) todo».
De nuevo, otra vorágine de mensajes de ánimo y apoyo, aconsejando y dando ideas sobre cómo continuar. Y nunca me cansaré de decirlo: esto fue fundamental para retomar la carrera, recuperar el trayecto perdido e igualarme al resto. Tardé casi una semana en conseguirlo, pero una vez ahí, ya supe que iba a llegar al final.
Sabía que necesitaba más de 50.000 palabras para terminar la novela, pero a medida que iba escribiendo, las escenas se me hacían más lúcidas, encontraba conexiones entre personajes que no veía durante la planificación y las subtramas eran más elaboradas.
A punto de finalizar, mi historia me encantaba, y escribir mucho más. Tanto que no perderé la oportunidad de seguir otros retos.
Y sobre todo, quien se lance a hacerlo, que se busque un buen grupo de amigos como el mío.
Ellos son el pilar para conseguir la meta.

Olga Lafuente.
Esta entrada es pura dosis de ánimo para el próximo NaNoWriMo. Creo que muchos queremos sentir en carne propia toda la revolución de sensaciones que provoca este reto. Genial resumen. Felicidades a mis tres amigos submarineros; los valientes de este año🤗🤗🤗🤟
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Pues ahí os espero, mi querida amiga. Créeme que te avisaré cuando llegue el momento. 😉
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Yesss!!! ✌️🤩
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Un gran reto superado. Enhorabuena 👏
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