Reseña de `Billy [Algo es algo]´

Título: Billy [Algo es algo]

Autor: Gustavo Sierra Fernández

Editorial: Libros Indie

Año de edición: 2019

Nº de edición: Primera

Nº de páginas: 227

Esta novela de Gustavo Sierra Fernández es, en mi opinión, un homenaje a la genuina novela negra española, la de la transición política; la novela negra original que se centra en una sola ciudad y recorre los escenarios más lúgubres y corruptos de esta, solo que a lo largo de cuarenta años de historia.

No es novela histórica ni tampoco policiaca. Aquí no importa resolver un crimen, sino por qué se comete. No hay un detective o policía que busca soluciones ni siquiera se puede decir que haya un bueno y un malo. Todos tienen un lado oscuro, secretos que sería mejor llevar a la tumba, pero que amenazan con salir a luz.

Al inspector Guillermo Niño le atormentan el recuerdo de un crimen y una querella por sus torturas durante el franquismo. Al mismo tiempo, un asesino en serie está imitando sus tropelías. El ex policía se enfrentará él solo a su pasado para desvelar la identidad del asesino.

«Vas a leer una mezcla de hechos ficticios y reales, protagonizadas por personas absolutamente ficticias. Por supuesto, algunos de los hechos y de las personas ficticias están basados en personas y hechos reales».

Este es el intrigante comienzo del libro presentado por el propio autor. Tras el aviso, el lector empezará a preguntarse quiénes son reales y quiénes no. Hay personajes tan bien definidos que son fáciles de reconocer como reales y, como dice Gustavo Sierra, hay parte de denuncia y parte de homenaje. Pero lo importante no es saber si los personajes existieron en realidad, sino si los hechos que se describen ocurrieron tal y como se cuenta.

«Queco era mil veces más cruel que Guillermo, (…) gozaba ganándose la confianza del prisionero, (…) hasta que el juego que se traían dejaba de ser efectivo y acababa recurriendo a la manos también…».

En la novela «Billy [Algo es algo]» están todos los elementos de una novela negra: la corrupción del sistema, la denuncia de situaciones sociales, el uso de la jerga; por supuesto, hay crimen y, también, escenas de violencia.

«—Pos si lo que quiereh eh irte a la capital a jacer el zánganu en vez de trabajal l’arao, poh hazlo, que ya ereh mayor». «Los madrileños (…) que ya eran de segunda o tercera generación (…)miraban al resto con cierto aire de superioridad: los gallegos y asturianos eran tontos; los aragoneses, vascos, cántabros y navarros más brutos que un arado (…) los catalanes, peseteros (…)».

Se agradece que sea un relato que no tiene nada de políticamente correcto: se dicen las cosas claras, como se dirían en un ambiente hostil, corrupto e intolerante. No hay eufemismos, no se dan rodeos para explicar las escenas. Los diálogos son tal y como los tendrían los personajes, según su estrato social o su origen y no se arredra a la hora de hacer un listado de todos los estereotipos que existen aún de la gente según su procedencia, confesión, ideología política u orientación sexual. Se narran las cosas así como se harían en un escenario degradado con individuos decadentes y marginales.

«Allí estaban los cantautores: cantando las verdades a quienes las quisieran escuchar (…) En sus voces, las palabras de los poetas y de los desposeídos cobraban vida, se movían. Eran los trovadores que cantaban la épica de la Resistencia viva».

Emociona cuando se dedican casi dos páginas en recordar a los cantautores y poetas que arriesgaron su libertad para denunciar con sus versos la situación que se estaba padeciendo en los setenta.

«¿Desde cuándo le interesa Marisa?¿Desde cuándo le preocupa lo que piense, lo que siente…? (…) para usted solo ha sido un bonito mueble (…) solo ha sido la gestadora de su asquerosa prole (…)».

En el libro se hace homenaje a todos aquellos que sufrieron, de alguna manera, la represión de una dictadura militar: las mujeres como ciudadanos de segunda clase, estudiantes universitarios, obreros de izquierdas, etc.

«—Billy… —murmura el policía aún con el brazo en alto y la media sonrisa.

Paco agacha la cabeza con tristeza.

—Nos han abandonado, Guillermo. Nos han dejado solos…»

La intriga no termina con la novela. Como he dicho al principio, aquí no importa la resolución del crimen, sino los motivos y el ambiente en que se produce. Me ha fascinado cómo el autor ha creado esa atmósfera asfixiante y oscura en los últimos capítulos del libro donde hasta parecía percibirse el olor del miedo y la muerte. Se ha movido muy bien entre las dos épocas narradas en el libro: la transición política española y la actual sin que se pueda producir confusión entre las dos.

Con este libro, una se hace muchas preguntas y se duda, también. Me he preguntado si, después de más de cuarenta años, las cosas han seguido igual en las altas esferas, si todavía persiste el razonamiento del antiguo régimen y si se mantiene en las instituciones.

Me dejo muchas cosas en el tintero, pero el final es genial. Se deja al lector con la duda o, tal vez, es que se le permite decidir el desenlace.

Sobre el autor:

Gustavo Sierra Fernández es Doctor en filosofía, corrector y escritor. Es amante de la historia, la música, la literatura y experto en la canción de autor como demuestra en su novela. Es una persona muy implicada en temas sociales y no teme manifestarse de forma clara y vehemente ante las desigualdades que siguen produciéndose en nuestra sociedad.

Olga Lafuente Perea.

5 Comentarios

  1. Es una gran novela.
    Ya pregunté en el #ClubdeLecturaOlga tantas cosas e hice tantos comentarios y no quiero repetirme. Solo añadir:
    -Agradezco al autor que participara en el hilo para profundizar en la lectura.
    -Gracias a Olga, por el increíble trabajo del club.

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