Zatlinna

 

Foto de Tobias Bjørkli en Pexels

Los primeros cinco años había sido un misterio. En una pequeña área despejada que se alcanzaba a ver con claridad desde el camino del Campbell Creek Trail en Anchorage, Alaska, unos días antes de Navidad, aparecía una figura de una mujer tallada en hielo, los detalles en la escultura eran increíbles, era una estatua hermosa, la nombraron “la cazadora de hielo” porque la mujer tallada tenía una ballesta colgada en su costado, una daga en el cinturón, además de traer encima una piel de venado cubriéndola como una gabardina, y en la cabeza tenía la cabeza ornamentada del mismo animal.

Al sexto año, reporteros y ciudadanos locales colaboraron para vigilar el sendero día y noche, así podrían averiguar quién era quién ponía esa estatua, tenían muchas preguntas acerca de los motivos para tallar cada año lo mismo. Había incluso rumores, de que era un espíritu de una mujer nativo-americana que buscaba venganza, pues había sido traicionada por un hombre anglosajón, pero no pasaron a ser más que rumores inventados.

El responsable del revoltijo fue encontrado sin problema, su nombre era Pablo Manríquez, tenía veintinueve años, y había estado viniendo todos esos años desde Bogotá, Colombia a colocar el bloque de hielo para tallarlo hasta convertirlo en “la cazadora de hielo”. El joven aseguraba que jamás fue su intención esconderse, ni causar ese aire misterioso alrededor de la estatua, dijo que simplemente había pensado que su obra había pasado desapercibida. Cuando los reporteros le preguntaron los motivos de hacer eso cada año, les contestó que esa era la última vez que lo haría. Les relató que durante años, había tenido sueños con esa mujer, su nombre era Zatlinna. Fue ella quien le pidió que durante seis años tallara su figura en hielo en ese lugar y que, al séptimo año ella misma iba ir a esperarlo para casarse con él, pues estaba escrito en las estrellas que el destino de Pablo y Zatlinna era amarse por toda la eternidad. Sus almas estaban entrelazadas por decreto divino, y no existiría un poder que los pudiera separar nunca. Por eso Pablo viajaba desde la selva hasta ahí cada año, porque estaba enamorado de una mujer de sus sueños, una mujer que no conocía en persona, pero que había charlado con ella miles de veces, confiaba de todo corazón en los dioses de las estrellas de los cuales Zatlinna le había contado.

Los reporteros estuvieron más preparados para el siguiente año, ellos querían documentar el momento en que a Zatlinna llegara a encontrarse con Pablo, pero no vieron por ningún lado de la ciudad, al hombre colombiano y mucho menos a la cazadora de las estrellas. A finales del mes de enero, en la misma zona del Campbell Creek Trail, apareció tallada en hielo la figura de Pablo y Zatlinna unidos en un abrazo, personas que estaban cerca de los muelles de Anchorage aseguraron haber visto un barco de madera, color turqués con detalles dorados, elevándose en el horizonte, poco a poco desapareciendo y confundiéndose entre las estrellas y la aurora boreal. El amor de tu vida puede ser misterioso, y llega a las puertas de tu corazón de diferentes maneras, puede que este a tu lado, o que viva tan lejos como en el centro del universo.

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