Los tres monos sabios entraron al templo, tal como les habían dicho. Debían hacer su papel, tal como lo habían practicado. “Nada oigo” era el primero, quien guiaba a los otros dos. “Nada veo” confiaba en él y llevaba de la mano a “Nada digo”, que iba de tercero y último. Tenían ocho minutos para llegar. Sus pasos eran consistentes, pero presurosos. Llegaron justo a tiempo, pero no podrían escapar a la profecía. “Nada digo” había visto, hacía dos minutos, a quien los asesinaría, pero debía hacer su papel; no podía hablar y no lo hizo. Fueron asesinados por turnos, él fue el último y tuvo que ver, sin decir una palabra, como asesinaban a sus hermanos. Cuando le tocó, emitió un estruendoso “Ahhhhhh” que hizo temblar las paredes del recinto. El asesino murió ante sus ojos; se hizo polvo arrastrado por el viento. La profecía no pudo cumplirse, quedó un mono sabio, que aunque ahora no podía ver ni oír, pudo salvar a todo el pueblo.
*Fotografía: wallpaper PlayStore app
Muy bueno. De esto se puede sacar su moraleja. 😍
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Me ha encantado el relato.
Buen mensaje. Enhorabuena. 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼
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Gracias por el aporte.
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