«Quien todo lo quiere, todo lo pierde» (refrán)
En aquella isla el viento no jugaba con el cabello, el reloj marcaba siempre la misma hora y no había sueños ni almohada que los acunara.
Los dioses habían dejado ese pedazo de tierra a su suerte y ni siquiera se molestaron en darle un nombre. Allí iban los condenados a ser nadie. Los dioses que se creyeron más y mejor que el resto convertidos ahora en bestias que pastaban por el valle.
Ser nadie tenía ventajas, no había ese claro bullicio de almas celestiales midiendo su pedazo de cielo ni se padecían los sofocos de los círculos del infierno. «Ser nadie es mejor que nada», nos repetían una voz interior instalada en nuestros cerebros. Y aprendimos a creer que era cierto. Y aprendimos a ser y comportarnos como bestias. Y aprendimos que una manada sobrevive un invierno y una res muere ante las inclemencias del tiempo. Y aprendimos a amar aquel infierno y lo convertimos en nuestro paraíso. Y por eso juramos guardar nuestros pensamientos en secreto por miedo a una nueva condena.
Sin embargo, la voz que todo lo sabe, lo supo y tramó un nuevo castigo, nos rebajaron de categoría y ya no pastamos en el valle; ahora somos humanos presos del tiempo y los recuerdos, que se alimentan de monedas, palabras malditas y comida prefabricada.
Alicia Adam
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Mi aporte a la revista Submarino de hojalata:
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Breve. Audaz.
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Gracias. 🙂
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👏👏
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Maravilloso como siempre. Parece una epopeya👏👏👏
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Gracias. 🙂
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Gracias. 🙂
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Woww, increíble; somos el castigo divino personificado.Genial. Me ha encantado. Adoro tus letras y estas con el toque oscuro reflexivo tajante, son espectaculares. Me encantó😲😲😲👏👏👏👏👏👏👏👏
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Gracias DraJ, ahora voy cambiando de géneros hacia gótico y ficción realista.
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Un gran relato.
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